Fue durante su primera homilía al asumir la Diócesis de Ciudad del Este, en una solemnidad que tuvo la presencia de miles de personas, entre feligreses, invitados especiales y autoridades locales. Monseñor Pedro Collar comenzó agradeciendo a quien hasta el sábado ha sido su obispo, monseñor Guillermo Steckling, y también mencionó al arzobispo de la Santísima Asunción Cardenal Adalberto Martínez.
Mencionó las palabras del papa Francisco, al indicar que “nos llama a poner a la Iglesia en estado de misión”. Enseguida dirigió su lado a los enfermos y ancianos, a los presos, y a cuantas personas asistían a la celebración a través de la radio, la T.V. y las redes sociales.
El nuevo Obispo de CDE afirmó que “Tomar posesión” no es un acto de dominio sino de obediencia, para luego hablar de la evangelización, indicando que “debemos dar testimonio de nuestra experiencia del encuentro con Jesús. Y esto se hace, primordialmente, por medio del ejemplo de vida”.
Seguidamente habló de su trabajo en la Diócesis a donde llega, indicando que lo hará en cercanía con sacerdotes y religiosas, cercanía con parroquias y laicos. “Cercanía en gestos y escuchas. Cercanía en dedicar lo mejor de mi tiempo a la acogida, la escucha y el acompañamiento. Es cercanía del corazón, es preocuparme por atender situaciones personales delicadas, por animar a desanimados, por fortalecer a desalentados”, aseguró.
Volvió a reflexionar sobre las palabras del papa Francisco, al manifestar que el trabajo del Obispo “es tener ese olor a ovejas y a evangelio como un verdadero Pastor con su rebaño. Esto implica una cercanía que debe atraer hacia Dios a todos los hombres alejados de Nuestro Salvador. Porque Dios envía para atraer a sí a los dispersos”, reflexionó.
“Esa cercanía permite ser luz para conducir al pueblo, la luz desde lejos poco o nada puede reflejar, pero cuando más cerca está más puede iluminar, por ello, los apóstoles están llamados a estar cerca de la gente para reunir a los dispersos, para conducir a los descarriados y para iluminar a los que se encuentran en tinieblas, de tal manera que puedan seguir el itinerario que lleva a Cristo”, dijo.
Sostuvo además que el obispo, sus colaboradores más cercanos, los sacerdotes y todos los fieles, deben trabajar para hacer de las parroquias y realidades pastorales, “lugares donde se experimente la presencia de Dios que nos ama, nos une y nos salva, y así asumir las diferencias enriquecedoras”.
“He sido enviado por el Papa como obispo entre ustedes. Sólo muy poco podré hacer. Confío enteramente en Dios, pero también en la bondad de tantas personas para ayudarme a ser pastor. La gran misión no es mía. Es la de esta iglesia particular que lleva el nombre de Ciudad del Este”, agregó.
“Hablar de los pobres es hablar de aquellos que son bienaventurados, Es hablar de la gran mayoría y tantas veces empobrecidas. Es hablar de aquellos a quienes el Señor Jesús ama con predilección. Es hablar de asentamientos marginales, es hablar de jóvenes desocupados, es hablar de indígenas desposeídos, es hablar de aquellos en cuyo nombre seremos juzgados (Mt 25, 31 y ss.), es hablar de hablas de jóvenes víctimas de las drogas”, refirió Monseñor Pedro Collar.
“Acabar con la miseria es imposible, pero luchar contra ella, es deber sagrado. Eso nos obliga a todos a trabajar por la persona y su dignidad. En este aspecto quiero ser voz de una Iglesia misericordiosa, que sabe perdonar y también demandar justicia ante los atropellos, ante la corrupción que nos golpea, ante la violencia y la inseguridad que nos hiere. Una Iglesia que ama, que espera y sufre, pero sobre todo una Iglesia que espera en el Señor y quiere serle fiel”, afirmó finalmente.