Y han pasado más de cuatro días después que una banda de delincuentes, en un asalto tipo comando, destruyera totalmente la sede del banco Bancop en la ciudad de Naranjal y se llevara la suma de 2.860 millones de guaraníes.
La Policía Nacional hasta ahora solamente se ocupó de mostrar la alta preparación y la astucia de los asaltantes, admitiendo que los mismos fungieron de “equipo de limpieza” en los alrededores del banco en los días previos al ataque, y que supuestamente uno de esos autores “está identificado”, y es, nomás luego, “el más buscado del país”.
Detenidos no hay, y ni siquiera operativos que conduzcan a la captura de todos ellos o cuanto menos, el rescate de evidencias que permitan al menos apuntar la autoría del hecho hacia determinada banda.
El fin de semana se pasó en silencio con respecto a este tema, mientras los marginales estarán disfrutando de lo robado, la ciudadanía cada vez encerrada en sus casas, y en un golpe casi similar en la ciudad de Sapucai, departamento de Paraguarí, delincuentes arrancaron un cajero automático y lo llevaron con todo su contenido.
Otro de los detalles más contundentes para determinar, o al menos sospechar, que los asaltantes de Naranjal tenían el “permiso policial” para el golpe, es que, ante una alerta emitida a las 21:00 horas del 20 de noviembre, los agentes policiales ni siquiera estaban patrullando la zona, y en consecuencia, liberando el camino a la banda que tuvo tiempo de desplegar toda su artillería y su fuera operativa, en detrimento de la economía, la seguridad y la tranquilidad de la población.